Sinclair B. Ferguson
El crecimiento cristiano no es de ninguna manera un gráfico recto. Al igual que los niños, puede haber momentos cuando parezcamos crecer dramáticamente; en otros momentos, el crecimiento pueden tener lugar desapercibidamente, aunque de forma constante. Pero en ningún momento el crecimiento tiene lugar sin que se presenten obstáculos. La Biblia ve la vida cristiana como una contienda espiritual, y nos ofrece un triple análisis de la oposición a que se enfrenta el cristiano: viene del mundo, la carne y el diablo. Como en toda contienda, los dos elementos esenciales en la victoria son conocer al enemigo y conocer sus recursos.
1.EL MUNDO, en este sentido, significa el mundo de hombres y cosas en su antagonismo contra Dios (cf. 1 Juan 2:16). Tiene poder para oscurecer nuestra visión de Cristo y para amortiguar nuestros espíritus. Esto fue lo que le sucedió a Demas. Tras haber sido considerado como “colaborador” del apóstol Pablo (Filemón v. 24), se enamoró de este mundo (2 Timoteo 4: 10). Quizá lo que Jesús llamaba “las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas” ahogó el hálito de su espíritu (Mateo 13:22). Olvidó la advertencia de Pablo contra permitir que el mundo nos estruje en su molde (Romanos 12:2, cf. la traducción de J.B. Phillips).
Si el mundo no es desarraigado de nuestros corazones, los devorará. Hay que quitar las malas hierbas para que la buena semilla de la gracia crezca. ¿Pero qué herbicida podemos utilizar contra el espíritu del mundo? Aquí hay una triple y potente fórmula tomada de la Biblia:
a.Reconoce que el amor del mundo es el enemigo del amor del Padre (1 Juan 2:15). No puedes tener ambos.
Debes escoger uno sólo. Haz la elección correcta.
b.Recuerda que fue el mundo el que crucificó a Cristo y que fue necesario el sacrificio de la Cruz para librarte de él (Gálatas 6:14). ¿Cómo puedes negociar con el espíritu que tramó el asesinato de tu Salvador?
c.Reflexiona en el hecho de que el mundo, en este sentido, es transitorio y efímero (1 Juan 2:17); no es una inversión sólida. Dedícate, en vez, a hacerte “tesoro en el cielo” (Mateo. 6:19-21) y, con John Newton, aprende por experiencia que…
Tesoros duraderos y sólidos goces nadie sino los hijos de Sion conocen.
Remacha estas perspectivas en tu mente; deja que el Espíritu las escriba indeleblemente sobre tu corazón, y encontrarás que el mundo es impotente, en última instancia, para impedir tu crecimiento en la gracia.
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