Cómo superar la carne
Sinclair B. Ferguson
El crecimiento cristiano no es de ninguna manera un gráfico recto. Al igual que los niños, puede haber momentos cuando parezcamos crecer dramáticamente; en otros momentos, el crecimiento pueden tener lugar desapercibidamente, aunque de forma constante. Pero en ningún momento el crecimiento tiene lugar sin que se presenten obstáculos. La Biblia ve la vida cristiana como una contienda espiritual, y nos ofrece un triple análisis de la oposición a que se enfrenta el cristiano: viene del mundo, la carne y el diablo. Como en toda contienda, los dos elementos esenciales en la victoria son conocer al enemigo y conocer sus recursos.
2.LA CARNE, en el Nuevo Testamento, se refiere a veces a “carne, sangre y huesos”. Pero frecuentemente en los escritos de Pablo, denota nuestra naturaleza caída y nuestras tendencias pecaminosas. Si bien los cristianos ya no estamos “en la carne”, esto es, no más dominados y gobernados por estas propensiones pecadoras, no estamos aún liberados de su presencia e influencia. Por tanto, como un antiguo santo alemán lo expresó: “Puesto que aún tenemos materiales combustibles en nosotros, debemos apagar el fuego”. Los cristianos no pueden crecer en la gracia si regularmente alimentan el fuego de sus deseos pecaminosos.
¿Cómo hemos de vencer estas tendencias pecaminosas que retardan el crecimiento espiritual? Pablo viene nuevamente en nuestra ayuda dedicando una sección entera de su carta a los Colosenses a este asunto (Colosenses 3:1-17). Sus puntos principales son:
a.Sé sincero en cuanto a la presencia y la naturaleza del pecado que continúa en tu vida. Pablo lo era. En Colosenses 3:5-9 reconoce que las semillas de la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos, la avaricia, la ira, el enojo, la malicia, la maledicencia, el lenguaje soez y la mentira pueden permanecer en los verdaderos cristianos e infestar sus vidas.
b.Ve el pecado que continúa habitando en ti no a la luz de tu perspectiva, sino a la luz del juicio de Dios. Todos y cada uno de los pecados merecen su ira (v. 6).
c.Recuerda quién eres como cristiano. Has sido crucificado, sepultado y resucitado con Cristo (Colosenses 3:1-3). Consiguientemente, ya no estás más bajo el reinado y el gobierno del pecado (Romanos 6:14,18). Ahora debes poner tu mente en Cristo y su reinado en tu vida, y expresar tu nueva identidad en Cristo mediante una vida de santidad (véase Colosenses 3:14,9,10).
d.Rechaza el pecado. No tengas tratos con él; por el contrario, dale muerte (Colosenses 3:5).
e.Llena tu vida de virtudes como las de Cristo. (“Revestios de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia”, Colosenses 3:12). De esta manera dejarás cada vez menos espacio para las acciones pecaminosas (vv. 12-17).
Criar flores en tu jardín requiere una acción deliberada y un cuidado constante. Por contraste, los malas hierbas crecen de forma natural, y hay que quitarlas sistemáticamente. En la vida del espíritu, debes ocuparte también de quitar constantemente las malas hierbas si has de dar fruto de crecimiento en madurez cristiana.
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